lunes, 17 de septiembre de 2012

Heme aquí, todo lo que soy tiembla





Estaba tendido y tenía entre mis brazos un cuerpo como la seda. Lo besé en los labios, porque el río pasaba por debajo.
Luis Cernuda.



- Estaba tendido.

Sigo leyendo a Cernuda y garabateo suspiros en el papel que son pabilos.

Qué horrible, a veces, el anhelo de un poema con azahares en las ingles y el acomodo paciendo en el ombligo. Será por eso que esta noche se deforma en blancor de puñalada.

- Y tenía entre mis brazos un cuerpo como la seda.

Desembocan los ojos en una tea de gestos aprehendidos y ladran las flaquezas. Ay, este enredo de abriles entre los dedos pretende un temporal sin naufragios. Lo sé, tengo el corazón encendido y el miedo.

- Lo besé en los labios, porque el río pasaba por debajo.

El paisaje se acható celosamente, cuando un rumor de encinares se aferró a mis hombros y todas las aves se apostaron en mi vientre. Le amé, como ama un tallo tierno la lluvia fina, habitó en mi nombre el mar de sus labios, brevísima luz derramada en vida, ardí en su esplendor de ajimez desnudo.

Heme aquí, todo lo que soy tiembla, heme aquí, todo lo que escribo existe.


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